Mañana espesa y enrarecida porque ya ha llegado de verdad la calor y Córdoba se queda semidesierta según que horas.
Mis amigos, los alados sonoros, no están muy por la
labor de abandonar la sombra de las ramas de los árboles y deben tener
pereza por cantar esta mañana.
Sólo el monótono runrun de la tórtola turca viene
del algún umbrío parámetro de la realidad que es la que es: víspera de San Juan
y calor a todo trapo. Ya no habrá transparencias en la sierra sino el
espejismo, la neblina espesa del aire encendido en el azul de Córdoba como la rutina del anticiclón de las Azores.
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